Anna es una figura mítica, y nadie bromea cuando dicen que es una de las personas más influyentes de EEUU. En un momento de la película, están comentando que las telas de la colección de Prada en ese momento son muy pesadas, y que se lo dijeron a ver si podían hacer algo. Y Prada las cambió, efectivamente, por otras más ligeras.
A pesar de todo esto, y de su imagen de hielo, hay un momento muy emotivo en el que está contando que sus hermanos trabajan en altos cargos de otros sectores, digamos, más intelectuales que el de la moda, y le cambia la cara mientras dice que consideran que su trabajo es una estupidez.
Incluso su propia hija, dice que le parece que la moda es más bien un hobbie, y no le atrae trabajar en Vogue, aunque dice que su madre le insiste para que sea editora. Ella añade que no comprende a la gente para la cual su vida gira en torno a la moda.
Grace Coddington aparece como la única figura a la altura de Anna, antigua compañera de piso y amiga, con la que tiene roces constantes pero lo sobrelleva. La razón principal de esos roces es la perspectiva visionaria de Anna, y la excesiva visión romántica de Grace (lo cual se demuestra por su admiración por Galliano), quien reconoce que hay que luchar para ir hacia adelante. Esto no quita que Grace aproveche cualquier ocasión para meter pullas: dicho por ella misma en el documental, le encantó ver la cara que ponía Anna cuando delante de la cámara habló de cuestiones de presupuesto.
Anna se muestra, en fin, como una figura implacable profesionalmente, y que deja ver algún rasgo humano (sobre todo cuando habla de su familia, o estando con su hija) rodeada de gente que le teme y le baila el agua.
Vogue se muestra, como no podía ser de otra forma, como una revista altamente profesional,y que no se queda estancada, sino que también promueve nuevos diseñadores, como Thakoon Panichgul, que sale en la película.
Anna de joven...
...y actualmente.
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